Cuando los contactos visuales son agradables y parece que hay cierta
tolerancia entre ambos gatos (no estamos hablando de que sean íntimos
amigos, solamente que se toleren), podremos empezar a dejarlos juntos en una misma habitación.
Lo ideal es que en estos encuentros físicos nosotros estemos presentes, hasta que realmente estemos seguros de que ninguno de los dos gatos hará daño al otro ni sufrirá mucho en su presencia.
Y a partir de allí, serán felices y comerán latitas de salmón juntos.
Luego veremos si realmente establecen una amistad profunda o solamente
se toleran, pero al menos se llevarán bien y podrán convivir con
tranquilidad.
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